Es cobarde aquel que reniega su pasado, pero más lo es quien vive en el. Eso pensaban las viejas culturas cuando levantaban Monumentos, algunos eran más sofisticados que otros, pero todas tenían el mismo denominador: Eran obras portadoras de un mensaje espiritual del pasado, pasado que no necesariamente les trajo gloria, pero que si consideraban bueno conservar. Nuestra ciudad está llena de monumentos y no necesariamente nos influyen, a veces pasamos sin darnos cuenta de la historia que hubo tras cada busto, obelisco o placa conmemorativa, pero para el que estuvo ahí, le habla y su ser le habla con tranquilidad.
Hoy quiero hacer esto y levantar mi monumento para poder cerrar etapas como corresponde, es cierto que perdido en una agitada marea de sentimientos he demorado en su construcción, pero la marea cesó y he llegado al destino que tenía esta nuestra ruta. Atrás quedó algo de mi carga pero fue bien recompensada con obtuve, y al cerrar la bitácora de esta travesía solo puedo decir “gracias, fui feliz”.
¿Te has dado cuenta de lo difícil probabilísticamente que es cumplirlas todas, y cada día cumplir más?