Ingenuamente es fácil creer que lo podemos reducir todo a algo que controlamos, pero no, Dios y la vida se encargan de demostrarnos que lo que hago no es lo que sirve... pero ahora como te saco de mi mente, como olvido los pasos que juntos dimos, las promesas que nos hicimos, las "cosas que te decía"... tal vez cuando me resigne y la acepte así, me diga lo contrario y me traiga de vuelta a ti.
los espacios, los días
no sabía que pasaba, porque la Coni y mamá estaban paralizadas, era nuestra mascota, la vieja y querida kuki (que tiene casi mi edad) que estaba en un estado crítico. El paso de los año es evidente en su cuerpo, casi sin ver y con poca escucha pensé que sería la última vez que la tendría en mis brazos. Era puros huesos, como no nos dimos cuenta de su deterioro, como, sin ganas de comer, ni de caminar, ni nada, pareciera que ya había cumplido su paso por esta vida. Entre lágrimas y mucho temor decidimos llevarla al veterinario, en donde está esta noche hospitalizada con suero y analgésicos. Sé que saldrás de esta amiga, pero me dejaste pensando muchas cosas.
El fin de semana me enteré que te habías partido, que las historias que me contabas cuando era pequeño ahora son parte de la historia, que no podré volver a sentir un abrazo de tus brazos de fideos y que no me saludarás con tu bastón cuando pase por tu casa.
Publicado por Nicolás Vallejos en Contexto Jóven de Diario Financiero La educación chilena tiene muchas falencias y también muchas posibilidades de superación. Se divisan esfuerzos del Ministerio de Educación, de numerosos profesores, de los estudiantes, de muchas facultades que quieren efectivamente dar un salto de calidad en la formación de los niños y jóvenes de Chile. Antes de todo hay que reconocer la centralidad de la labor docente, un factor crucial de la efectiva calidad de la enseñanza. Pero también debemos reconocer que es en esta área, el cimiento de la educación, en donde hay una gran deuda de la educación nacional. La solución no es -ni será- inventar una nueva generación de profesores competentes o retirar a aquellos que sea necesario, de un día para otro. Las soluciones son lentas y sus resultados aún más demorosos, por ende veremos los resultados en mucho tiempo más. Lo correcto, por lo mismo, es comenzar cuanto antes para obtener pronto resultados. Debemos hacer un esfuerzo por reformular las Facultades de Pedagogía e instaurar una formación continua, atraer de verdad a los mejores alumnos para que dediquen su vida a la enseñanza e implantar un correcto sistema de incentivos. Las mediciones se encargan de mostrarnos que la formación es la principal falencia y no necesariamente el Estatuto Docente como usualmente podríamos pensar. Esto se constata al comparar los resultados del Simce en colegios municipalizados y subvencionados y no percibir diferencias considerables. Cuando estudié en el Instituto Nacional tuve muy buenos profesores y realmente comprometidos con sus alumnos, pero que a veces callaban su voz al no verse representados con su gremio. Son cerca de 100.000 los profesores colegiados y se calcula en 171.000 los docentes en ejercicio: a todos ellos los necesitamos en el consenso nacional de mejorar la educación. Profesores comprometidos, levanten su voz.
Pero mucho menos auspicioso es el futuro cuando vemos algunas reacciones, como las que ha tenido “el gremio” esta semana. Primero al considerar buenos los resultados de la evaluación docente (que señala al 30% de los evaluados en la categoría insatisfactoria). Pero mucho peor fue intentar suspender esta medición y la prueba Simce pensando en las consecuencias del terremoto.