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No es lo que quiero para mi, no es lo que me gusta. Pero me resigno a la idea, me resigno porque hasta el más amigo de los amigos me lo dijo "viejito, hay un tiempo para el romance y para soñar pero somos hombres grandes tenemos grandes responsabilidades", y lo sé, hay grandes responsabilidades como estar conforme, ser y hacer feliz. Pero es cierto, hay grandes deberes...
Me resigno a la idea, viejo padre. Por que te veo a ti y me gustaría tenerte más tranquilo, que disfrutes tu trabajo y te goces en lo material y humano que has construido. Nuestro pequeño reino se ha desarrollado y no podría desconocer aquello, somos prósperos: trabajas para que nuestro coche se mueva cientos de kilómetros en la ciudad, para que en el refrigerador siempre haya jamón -y ahora queso philadelphia-, para que la despensa tenga aceite de oliva, para que los perros tengan el mejor alimento y para que tu hija coma helado de piña cuando se le antoje. Aún así cambiaría todo aquello para que con la frente el alto decidas cuando trabajar y cuando no, para que cumplas con las horas legales, para que llegues a ver -y no dormir- tus programas favoritos. Es en ti, que me surge la esperanza de que tu sacrificio por mi florecerá con un mañana mejor. Gracias porque aún tus errores me enseñan.
Porque me enseña más allá, me enseña lo eterno. Todo pasará y si sacrificara mis días sin tener un porque, un para quien, estaría construyendo castillos en la arena. Escúchame, dame la mano y hagamos nuestro camino.
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